A pesar de las vicisitudes históricas que ha atravesado esta villa ducal a lo largo de estos casi cuatro siglos y medio de vida, mientras las religiosas de otros conventos se vieron forzadas a salir de los mismos o sufrieron visitas inoportunas, nunca las carmelitas de Alba tuvimos que abandonar el monasterio o fuimos invadidas. Esta comunidad fiel heredera y depositaria de los deseos más ardientes de Teresa, hizo las gestiones para que sus hermanos los carmelitas descalzos fundaran en la Villa, y, con ellos, ha estado plenamente dedicada a promover su culto, y a acoger a cuantos hasta aquí se acercan.
En la iglesia destacan su magnífica portada, el artesonada del primer templo (década de 1570), la capilla mayor del mismo con bóveda trazada por Rodrigo Gil de Hontañón, y el crucero y presbiterios nuevos trazados en 1660 por fray el carmelita fray Juan de San José . Son interesantes histórica y artísticamente los sepulcros de los fundadores, el de los Ovalle y el de los Galarza, pero desde cualquier punto de vista los más valiosos son los sucesivos enterramientos de Santa Teresa, y de ellos la urna sepulcral del retablo mayor, que guarda su cuerpo, la reliquia más venerada del Carmelo. De hecho nuestro templo tiene una peculiar historia condicionada por la presencia en él del cuerpo de la Fundadora que tras ocupar varios emplazamientos en el antiguo presbiterio terminó instalado en el centro de un gran altar relicario al que las carmelitas accedemos desde los dos camarines, alto y bajo, y desde los que cuidábamos y venerábamos las reliquias de santa Teresa: corazón, brazo y la urna con su cuerpo, que ocupaban los mejores emplazamientos del originalísimo retablo relicario del templo.
Desde el 16 de junio de 2014 se abrieron junto a los camarines las nuevas salas del MUSEO CARMELITANO CARMUS, que guarda lo más valioso de nuestro patrimonio espiritual, historico y artístico y desde el que se accede al camarín superior para venerar el sepulcro de Teresa de Jesús.