Destaca el rostro estático de la Santa y el angelote que le clava el dardo del amor en el corazón, momento conocido como Transverberación.
La luz del Espíritu Santo surge del centro del inmenso lienzo, en el cielo el Padre Dios con manto opulento y acompañado de ángeles que tañen instrumentos de cuerda. Un ángel sujeta a Santa Teresa de Jesús, que, vestida de monja carmelita, y arrodillada, ofrece su pecho a la lanza incandescente a un ángel barroco.